LA MURALLA DE LEÓN
La historia completa de la Muralla de León
Hoy conoceremos el origen, el recorrido y la historia de la Muralla de León. Como vemos en la imagen superior, parte del primer tramo está escondido entre las casas de nuestra ciudad. En concreto, en la calle de la Rúa, desde el conocido bar Victoria, hasta la esquina entre Cascalerías y Conde Rebolledo. En este fragmento nos topamos con tres puntos clave: el palacio de los Guzmanes, que nos sirve de puerta principal al campamento romano de la Legio VII, o Puerta Cauriense. Otro de los puntos candentes es el Torreón rehabilitado de la Bodega Regia, y el torreón secreto que es visible desde el corredor del Palacio Conde Luna, oculto en el patio interior de un edificio de viviendas.
Llegamos al primer recodo, que proyecta un giro adyacente a las calles Conde Rebolledo y Cascalerías. La esquina, frente al negocio Sabugo, fue rehabilitado y protegido, consiguiendo recuperar el estado original, o al menos parecido, del mismo. Por estos adarves corrió el Obispo cuando asesinó al tesorero de la Catedral de León, cobijándose en el Palacio del Conde Luna, donde perdería la vida, degollado por sus perseguidores.

Continuamos por el este, por Conde Rebolledo, siguiendo la estela de los cubos de la muralla, que desde el aire, nos ofrecen una perspectiva de la construcción de la muralla. ¿Alguno o alguna de ustedes disponen de una buena fotografía de esos cubos escondidos? ¿Alguien sabe cómo tener acceso a ellos? Sin duda alguna, a ese Cicerone le gustaría poder explorar de primera mano la muralla, pero se le hace inaccesible subirse a uno de esos cubos, que encuentra atractivos y magníficos.

Los primeros asentamientos de la Legio VII se producen en el año 74 después de Cristo. Este campamento adquiere una forma rectangular de alrededor de 570 metros de largo por 350 de ancho, con un total de 20 hectáreas. En su esquina meridional, en la que convergen las vías de Bermudo III y Caño Badillo, se halla el famoso Torreón de los Ponce, que resistió en envite de las tropas de Almanzor en el siglo X. En ella murió el valeroso Conde Guillén, quien también cuenta con una calle en León. Almanzor preservó tan solo dos edificios en la ciudad, que destrozó a su paso. Uno fue este famoso torreón. El otro, el ya conocido Monasterio de San Claudio.

Avanzamos por el lado sur para toparnos con grandes descubrimientos. Observamos los cubos simientes de la calle Serradores, que nos persiguen con su mirada pétrea. Llegamos hasta Puerta Obispo, donde ya han conocido la eterna leyenda de la gran Puerta que desapareció al albor del siglo XX, cuando se dispuso una ciudad de León más amplia y luminosa. Lo mismo ocurrió con los cubos de la calle Carreras, si avanzamos por la Avenida de los Cubos, donde descubriremos la Puerta de Regla y algunos cubos perfectamente conservados.

Arribamos a una de esas avenidas mutiladas por el progreso humano y por el crecimiento de la ciudad. La oscuridad se colaba por los rincones de la Avenida de los Cubos, impidiendo que la luz iluminase los lugares más angostos. Con intención de salvaguardar un León limpio y brillante, se produjo a comienzos del siglo XX la destrucción y el enterramiento de los Cubos de la muralla romana, que habían aguantado casi dos mil años en pie. Entre los puntos de interés podemos resaltar, la Puerta de San Albito, uno de los encargados de traer los restos de San Isidoro a León, el tercer cubo de la muralla, donde Genarín perdiera la vida, y donde coloquen, a modo de corolario de la celebración laica la corona de flores la noche del jueves santo. Otro de esos lugares importantes es la antigua Cárcel de León, castillo inexpugnable que sigue hoy en pie, convertido en Archivo Provincial de León. A él pueden subir para conocer un poco más sobre las murallas de nuestra ciudad.

Llegamos a la esquina de Ramón y Cajal, donde comienza un tramo eterno y donde prácticamente volvemos al origen de nuestro recorrido. Bajo ese ímpetu de remodelación, los Cubos de Ramón y Cajal también fueron eliminados del callejero leonés, optando por preservar aquellos adheridos a la fachada norte de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro.

Este último fragmento de muralla conserva su gran esplendor en parte debido al gran conjunto monumental que es San Isidoro. Poco o ningún vestigio remanece del gran foso que rodeaba a la muralla original, pues las continuas remodelaciones y la construcción de la muralla tardorromana impidieron al tiempo conservar pedazos de este hecho. Si avanzamos en nuestro recorrido, encontraremos el jardín del Cid, inaugurado a comienzos de los años noventa, y que cuenta con una zona amurallada a la que se puede acceder libremente. Lejos queda la vista del maravilloso Instituto General y Técnico, que desapareciera en la década de los setenta para dar paso al Instituto Padre Isla.

La entrada de la Calle Ancha nos avisa sobre la llegada de nuevo al origen. Pero, ¿qué hay de las otras murallas de León? Y aquellas que adornan la Avenida Independencia? ¿Y las Cercas de León, que rodean gran parte de los nuevos barrios construidos extramuros de la muralla original? ¿Y aquella muralla del Monasterio de San Claudio, que muchos confundieron con la tardorromana?

Es necesario avanzar en el tiempo para poder seguir conociendo la historia de las murallas de León, de la mano de uno de los grandes cronistas de nuestra bella ciudad: Victoriano Crémer, quien documentó el estado de las cercas mucho antes de reconocerles su valor histórico.
Pero antes, es necesario delimitar la extensión de las cercas medievales, y desmentir ciertos mitos que han contribuido a confundir a los investigadores. Por ejemplo, el ya conocido Monasterio de San Claudio contaba con una gran muralla que, hasta hace no mucho, creían parte de las cercas medievales. Pero nada más lejos de la realidad, pues esta era independiente. Desapareció hacia los años ochenta, cuando el barrio de San Claudio comenzó a expandirse.


Lo curioso de los muros de la ciudad de León es su composición, pues en un solo fragmento de la muralla han podido convivir estilos arquitectónicos muy variopintos, desde romanos, pasando por visigodos, hasta el medieval.
La muralla romana sufre una gran reforma hacia los siglos III y IV. Con todo ello, la muralla pasa a convertirse en una frontera inexpugnable con 7 metros de espesor llegando en algunos tramos en torno a los 10 o 12 metros.
Ese cuadrilátero romano tenía un perímetro aproximado de 570 x 350 metros. A este se le fue adosado otro semicírculo que conforma el Burgo Nuevo, fundado prácticamente por Alfonso V alrededor del año 1020. Este crecimiento urbano supone una expansión total hacia el extrarradio, surgiendo esos nuevos barrios, como también surgiría el de San Martín.
Según reconoce Villanueva en su libro sobre el gótico en León, siglos después, los leoneses, cansados de la franqueabilidad de sus murallas, hechas prácticamente de adobe, decidieron levantar grandes muros que impidiesen a los enemigos encontrar vía sencilla para conquistar el Reino de León.
Suplicaron a Alfonso XI, el rey de por aquel entonces que costease los gastos de la muralla, pero se negó, obligando a la sociedad a actuar para proteger a los habitantes de la ciudad. Decían así las palabras de don García, el Cabildo de la Catedral y el Concejo de la Ciudad:


“todo sea por la cerca, que lo den por tiempo cierto a quien quisiere tomar por mayor condición, et los que la tomaran queden la villa cercada, et acabada de piedra et de cal, desde call Escuderos, fasta el postigo de la Ollería, desde Calle san Miguel de vendimias primero que viven, hasta quien años, desde el postigo de la Ollería hasta la puerta inmediata de fajeros que se abre de fundamento, que el pedazo de tierra incluida entre el muro tras la casa de san Marcelo hasta Puerta del Burgo Nuevo se cerque continuando dicho muro, y que se derribe la pared de tierra que está sobre el muro de piedra hecho las casas de Gonzalo Mateo hasta Puerta Gallega, y se haga también de piedra y se continúe hasta la Puerta moneda como la cerca nueva de allende esta última desde allí siga a la puerta de Call de Moros a la de Diego Gutiérrez y a la Call de Escuderos, todo de la misma anchura que el muro de piedra antes existente”.

Por lo tanto, se deduce que durante varios siglos, León tuvo una muralla de tapial, que estaba conformada por un semicírculo que se extendía hacia la vertiente este, y luego fue remodelada y actualizada durante el siglo XIV por los descritos leoneses, preocupados de su vulnerabilidad.
Las cercas nos han acompañado desde el comienzo de nuestra historia, pues la fundación de León estuvo señalada con las determinantes murallas que protegieron nuestro pasado. Las cercas se expandieron para dar a conocer un nuevo León provisto de nuevas puertas, como la de Santa Ana, barrio del que ya ha hablado este Cicerone, la de Puerta Moneda, la Puerta Gallega o la puerta situada en lo que hoy es Santo Domingo y que daba acceso a la ciudad.
Y Victoriano Crémer, ilustre cronista, bien documentó sus paseos, con su cámara por los pasadizos tan conocidos de León, haciéndonos observar la belleza de un maravilloso legado histórico que ha perdurado hasta nuestros días.
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