LA FUNDACIÓN SIERRA PAMBLEY

Fundación Sierra Pambley
Imitando a esos ilustres defensores del romanticismo, que en la noche de los monstruos, escriben y desmiembran la literatura fantástica, los poetas y libre pensadores leoneses accedieron a la diligencia que les conducía a la montaña leonesa con intención de platicar sobre el problema fundamental de la educación española.
En aquel carro, según relatan los cronistas, don Gumersindo Azcárate, Manuel Bartolomé Cossío, Giner de los Ríos y el ya conocido por ustedes don Francisco (Paco) Sierra Pambley. El 1 de noviembre de 1885 se embarcaron hacia la aventura que convertiría a España en un referente pedagógico, fundando en aquella inmersión al pueblo de Villablino la Institución Libre de Enseñanza.
Se fundaría en Villablino, hace casi ciento cuarenta años, la Escuela de Enseñanza Mercantil y Agrícola, donde se impartirían las costumbres locales, permitiendo que los alumnos experimentasen de primera mano las enseñanzas manuales y necesarias para el cuidado del ganado y del campo. En este sentido, eran los docentes precursores de ese movimiento montessoriano tan implantado ahora en nuestro currículo educativo.
Avanza la expansión del movimiento hacia lugares como Hospital de Órbigo o Tábara, para instalarse en León en 1903, la Escuela Industrial de obreros de León, siguiendo los principios marcados por la fundación Sierra Pambley. Es en Hospital de Órbigo donde se imparte, desde 1982 las enseñanzas regladas y no regladas a los niveles de infantil, Primaria, Secundaria y Formación Profesional. La metodología activa de estos centros permite el desarrollo de la formación ocupacional y tiene un gran beneficio práctico para los interesados alumnos, que conviven y desarrollan sus inquietudes siempre en relación con el medio ambiente y el contexto sociocultural en el que cohabitan.
Tras la implantación de esta doctrina liberal y experimental, aparece en el horizonte la Guerra Civil, que acaba con las esperanzas de un futuro digno para la fundación y para sus integrantes, la mayoría reprendidos por sus intereses revolucionarios. Por ello, la fundación cae en el olvido para muchos, hasta que en 1979 logra la aquiescencia necesaria para volver a funcionar.


Como curiosidad, la Fundación Sierra Pambley cuenta con una gran Biblioteca, nombrada así en honor al ilustre Azcárate, repleta de obras comprendidas entre los siglos XVIII y XIX y que forman parte, según la propia Fundación, del Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico del Ministerio de Cultura. Actualmente está cerrada al público, y por ello, la Fundación exhibe una serie de incunables originales en una de las salas de la casa de Paco Sierra Pambley. Estos libros cuenta la historia de nuestro continente, y en ellos se desgranan los secretos intelectuales para poder entender mejor nuestra sociedad. De cara a las navidades, tiene la intención el Cicerone de hacerles llegar la historia de alguno de esos ejemplares, sobre todo el de uno en especial, que data de 1812 y que al que solo se le conocen dos copias más, una en Madrid y otra en Cádiz, ¿saben de qué documento les hablo?
El edificio fue construido por Segundo Sierra Pambley en 1848, y cuenta con su propio museo, visitable también al público. Recomendamos la maravillosa visita guiada realizada por el equipo de conservación del Museo Sierra Pambley, durante la cual podrán disfrutar del mobiliario original de la casa, compuesto por varios objetos de gran valor que nos enseñan las costumbres de la sociedad intelectual del siglo XIX.


Por otra parte, la Fundación cuenta con una sala dedicada a la proliferación y la profusión de elementos literarios y pedagógicos de gran valor, nombrada bajo el nombre de Sala Cossío, que puede el interesado visitarla de forma gratuita.
Ya para finalizar, Álvaro, el diligente y muy bien preparado guía de la Casa Museo, nos indica que esta espigada torre, prácticamente rescoldo de campanario eclesiástico, no tiene un origen cierto, sino más bien bebe de especulaciones. El edificio, antes de que Segundo lo reconstruyera, pertenecía al Cabildo, por lo que puede que, en este preciso lugar, se localizase una pequeña Iglesia, cuyo único vestigio es la pequeña Torre que se yergue sobre el tejado de Sierra Pambley.
Las curiosidades no terminan aquí, como corolario de nuestro paseo por la Fundación Sierra Pambley, por su calle y por su edificio y por su familia, conoceremos la historia de la visita de la reina de España, Isabel II, a León y observaremos dónde se hospedó durante su larga travesía por el noreste peninsular.
Hay algunos que la reconocen como la calle más hermosa de todo León, quizás no por su trazado, o por las multitudes que todos los días la atraviesan, sino por las maravillosas vistas que desde su centro podemos observar, en las que la Catedral de León ocupa la mayor parte de nuestra perspectiva.
La Calle Sierra Pambley ha tenido, en su día, muchos nombres, como calle Bayón o Maestro Colia Bayón, pero su actual odónimo es por todos conocido, pues hace referencia a una de las fundaciones más importantes de nuestra historia como leoneses.


Aunque la historia del edificio, en general, sea responsabilidad del Cicerone, siempre encargado de desmenuzarnos los detalles arquitectónicos, es también de sustancial importancia poner nuestros ojos sobre una casa que se asoma a la plaza de Regla y que cuenta con las vistas más privilegiadas de todo León: la Fundación Sierra Pambley.
Comenzando por el principio, es necesario matizar que el nombre de Sierra Pambley no era nuevo en el callejero leonés, pues esta ya existía antes de ocupar la ubicación actual. De hecho, en muchas ocasiones el Cicerone ha pasado sobre ella, con por supuesto otro nombre, para desgranar la historia de avenidas y edificios adyacentes. Estamos hablando de la calle Alcázar de Toledo, donde nuestro ya conocido Pedro encontró, en el Edificio Alfageme, unos negativos perdidos que fueron devueltos a su dueño más de cincuenta años después.
Fue Sierra Pambley hasta 1937, cuando, en honor a Francisco Fernández-Blanco y Sierra- Pambley, se le otorga ese nombre al lugar donde apenas unos años después lo que una vez fue la sede del Banco de España, se trasladase finalmente a Ordoño II y el Museo y la Fundación ocupasen esa manzana.


Conocemos hoy la historia de la casa en la que se ubica la fundación, y las aledañas. En esta manzana, se dice que una vez se alojó la Reina Isabel II a su paso por León. Otros muchos secretos conoceremos con los detalles que, dentro de pocas semanas, nos dará a conocer este personaje periodístico.
Pero, centrándonos en el Odónimo principal, ¿quién fue don Francisco, al que ya conocemos todos como Sierra Pambley? En palabras del ilustre Armando G. Colino, quien fuera durante años un diletante de varias artes y, en concreto, un experto del callejero leonés, don Francisco Fernández-Blanco y Sierra-Pambley fue un pródigo sembrador de escuelas en la tierra de León.
Su familia resultó ser un apoyo fundamental para don Paco, conocido así en León, pues su tío Segundo, diputado, senador y gobernador civil, así como miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País dejó una gran fortuna a sus sobrinos, que fueron también ayudados por los padres de nuestro protagonista, don Marcos y doña María. Armando también señala que el abuelo materno de Paco, don Felipe Sierra Pambley, fue un conocido secretario de Hacienda durante el reinado de Fernando VII, lo que sin duda permitiría que la familia ocupase una privilegiada posición social, que tampoco condujo a Paco al hedonismo y a la vagancia, sino más bien todo lo contrario.

Paco Sierra Pambley fallecería en 1915, siendo sustituido en la Fundación por Gumersindo Azcárate, que duraría tan solo dos años en el cargo. La Institución Libre de Enseñanza y la Fundación Sierra Pambley ayudaron a la proliferación de la escuela libre, donde niños y niñas podían estudiar con igualdad de derechos y oportunidades, consiguiendo que su nombre se proyectase más allá del olimpo del callejero leonés, siendo un ilustre oriundo que transgrediría el tiempo y el espacio y que sería recordado como un recogido hombre ilustrado.
Asomándonos a la plaza de Regla, observamos un detalle que pasa desapercibido para el paseante ocasional de León y que muchos de ustedes habrán visto sin reparar en su origen. En los tejados de la fundación, un pequeño campanario, anacrónico por toda su historia y descontextualizado por el recorrido de la Fundación Sierra Pambley. Se desvelará el misterio más adelante, cuando, dentro de un par de semanas, el Cicerone llegue caminando hasta el edificio original, donde se guardan cientos de secretos, leyendas, y como el descrito, varios misterios sin resolver.
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