LA ESTATUA DE GUZMÁ EL BUENO

La historia completa de la Estatua de Guzmán el Bueno

No se vayan a creer que fue llegar Guzmán al centro de la plaza y apareció la civilización, como por combustión espontánea, elevándose los edificios adyacentes y las buenas aceras que ornamentaban Ordoño II. Ya existían, antes de la figura de nuestro ilustre personaje, cuyo origen son varios los que cuestionan que sea León, muchos signos de humanismo en la zona.
Por ejemplo, los Lubén ya estaban pensando en levantar su famoso edificio en los nuevos terrenos que unían el centro de León, La Plaza de la Libertad, con el río, o la Estación del Norte, que había dado la vida al otro lado del río, esperaba a que los viajeros se subieran en sus vagones para recorrer la provincia.

Ya en 1900, Cobos dedicaba un poema al eterno Guzmán el bueno, cuya gesta de Tarifa, la entrega de su hijo, y su muerte. Pero estremézcanse con la lírica del poema de Cobos y prepárense para conocer otro perteneciente a un ilustre escritor, dramaturgo también, que durante el Siglo de Oro le dedicó a nuestro querido Guzmán un poema a través del cual manifestaba su amor hacia él.
En el presente artículo, que se compone de varias fotografías antiguas y muchas de esas transiciones que tanto les gustan, trataremos de conocer la historia de la caótica inauguración de la estatua de Guzmán el Bueno.
Comencemos por el testimonio de la época; una crónica del suceso que mantuvo en vilo a los leoneses durante años, en los que se confeccionó la estatua, y meses, en los que se mantuvo preservada la fisonomía de la misma con una tela que cubría el porte del héroe de Tarifa. Durante el mes de julio de 1900, se mantiene una tensa calma entre las Corporaciones Gubernamentales, la prensa y el pueblo, que estalla en los periódicos, como El Provincial:

Before After

Pero la estatua, que llevaba ya meses cubierta por la tela, no se inauguró el 15 de junio, lo que levantó aún más a los periodistas, que decidieron rebelarse contra un gobierno que parecía les estaba tomando el pelo
Escribieron, el 4 de julio de 1900, ya cansados de los rumores sobre las posibles inauguraciones de la Estatua de Guzmán el Bueno:
“No quisimos hacernos eco de tales rumores porque nos parecía increíble que estando próxima a la feria la Corporación Provincial compuesta de personajes amantes de este pueblo tuviera siquiera la intención de dejar pasar la oportunidad para inaugurar la estatua toda vez que mejor ocasión que esta no podía encontrar. Sin embargo no ha sucedido así y la Diputación lo ha entendido de otra manera, cosa que nosotros somos los primeros en lamentar pues más nos gustaría aplaudir que tener que censurar semejante acuerdo. Pero nosotros, los leoneses, entendemos las cosas de otra manera y así anda ello. Ha terminado una feria la que con un puñado de pesetas gastadas en festejos hubiera resultado magnífica y… Nada”.

Poema a Guzmán de V. Cobos. 1900. Jorge Díez
Guzmán el Bueno. ca. 1900. Winocio Testera En el presente artículo, que se compone de

Como se pueden imaginar, la cosa fue todavía a más, pues a la semana siguiente, el Ayuntamiento comunicó al La Región que el acto de la inauguración no tendría solemnidad ninguna, y que la estatua se descubriría sin cuidado ninguno, a lo que los periodistas de El Provincial respondieron lo siguiente:

[…] Tenían proyectado colocar tribunas para los Diputados y Senadores de la provincia y el señor duque de Medina Sidonia descendiente de Guzmán, obsequiar a los invitados con un lunch, procurar que el señor Sánchez de León en ese día celebrase una función en el Teatro. En fin algunas cosas más que no recordamos. Pobre Guzmán. Bien te han traído y llevado y discutido y puesto en ridículo frente a tus paisanos. Se acordó también que una comisión compuesta del Alcalde, del señor Garrote, pasará a la Diputación para que en unión con esta preparara la cosa. Cual habría sido nuestra sorpresa repetimos al saber que las comisiones acordaron no dar solemnidad al acto y contentarse con quitarle la camisa como a cualquier mortal que se muda dicha prenda los domingos y fiestas de guardar. En este León todo resulta raquítico y pequeño; en otros pueblos una plaza de toros, una fuente, un edificio de utilidad que trata de inaugurarse se celebran con ostentación y pompa y aquí que se trata de conmemorar un hecho extraordinario […], tratamos de no dar solemnidad al acto de descubrirla cual si nos diera vergüenza decir que Guzmán era paisano nuestro.”11 de julio de 1900

Before After

Muchas son las leyendas que a mí han llegado. Desde mágicas corrientes que destaparon el rostro de Guzmán, hasta el propio Genarín, que durante una de sus melopeas, ya con hijos a su cargo, cruzó el cordón impuesto por ordenanza pública para quitar la tela que ocultaba la preciosa estatua de Guzmán. Pero la realidad es más común y menos elevada. A las cinco de la madrugada del 15 de julio de 1900, el presidente de la Diputación, el Alcalde de León y el Vicepresidente de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos, destapan, con nocturnidad, la obra de Marinas. A los de El Provincial no les hizo mucha gracia, quejándose así tan solo unas pocas horas antes del suceso:
“En el acreditado comercio de los señores Lorenzana se ha confeccionado la cubierta que en sustitución de la que tiene ha de colocarse la estatua de Guzmán el bueno. Dicha cubierta es de satín de los colores nacionales y mañana es el día señalado para descubrirla. Sentimos no poner dar detalle del acto porque se guarda tan impermeable reserva sobre tan importante asunto que no parece sino que se trata de impedir de un pueblo leonés tenga el gusto de dar un aplauso al héroe de Tarifa. Esto no pasa más que en León y es una vergüenza que un acto tan solemne donde debería estar representada la provincia y el pueblo en todas sus manifestaciones se quiera privarlos de este gesto y se trate de esconderlo a comercios tapados sin causa que lo justifique. Procuraremos averiguar qué mano oculta ha andado en este asunto para que caiga la censura sobre quien ha dirigido la comedia. Si no te gusta León, por ahí se va a la Estación”. 14 de julio de 1900.

Before After

Estatua de Guzmán el Bueno

Empecemos por los orígenes. No se impacienten, no se trata de la historia de Alonso Pérez de Guzmán, que exploraremos durante la cuarta semana del mes de febrero, sino de los orígenes de la escultura, que se remontan al 23 de julio de 1894, cuando se publica en La Gaceta de Madrid, firmada por María Cristina de Austria una semana antes una orden anunciando la construcción de una estatua con unas medidas de tres metros y medio, que habría de fundirse en la Fábrica de Cañones de Artillería de Sevilla con bronce deshecho y sería un homenaje a Guzmán el Bueno, el héroe de Tarifa, en la ciudad de León.
Se abrió un concurso público de escultores al que se presentaron varios famosos artistas, y que ganó el ya conocido Aniceto Marinas, creador también de la escultura de Velázquez, del Museo del Prado en Madrid. En 1898, el 18 de Julio, la revista Madrid Cómico publicaría un artículo ilustrativo de la obra de Marinas, en el que se podría observar el trabajo del escultor, que preparaba la entrega para comienzos del nuevo siglo. La revista afirmaba lo siguiente:

Soneto de Lope de Vega. Carmelo Lucas del Ser.
Aniceto Marinas. Guía Cómica de Madrid

“La figura de Guzmán el Bueno es grandiosa: el heroico soldado y padre infeliz muéstrase al espectador en actitud severa, grave, imponente, abre la mano derecha para dejar caer el famoso puñal, mientras crispa nerviosamente la otra a impulsos de un dolor que no debe de tener semejante; en el rostro feroz de aquel indomable guerrero, se refleja la tempestuosa agitación de su alma, que en vano la voluntad pretende vencer para mostrarlo sereno ante el sanguinario enemigo. En la estatua de Guzmán ha sabido Marinas contenerse dentro de aquellos justos límites señalados por la estética a lo que ha dado en llamarse movimiento estatuario, y que muchas veces perjudica grandemente a la belleza y dignidad de la figura”.
La historia se comenzó a complicar, pues el bronce no fue fundido en Sevilla, sino en los talleres catalanes de Masriera y Campins, por la ausencia de trabajadores en la fábrica Híspalis. Se confirma, el 24 de febrero de 1900, según la Comisión Provincial, que la estatua está ya colocada en el pedestal, encargado al ya conocido por todos ustedes Julio del Campo, escultor que da nombre a una maravillosa calle y edificio en el que paso largas horas consultando los Archivos Municipales. Y cuya famosa placa de la Avenida Palencia ornamenta la esquina con el Paseo de Salamanca. El pago que la Comisión dio a Julio del Campo fue de mil pesetas por el pedestal.

Aniceto Marinas en su taller, con la estatua de Guzmán al fondo. 1898 Guía Cómica de Madrid «La figura de Guzmán el Bueno es grandiosa: el heroico soldado
Glorieta de Guzmán el Bueno. Casa de los Picos y Paseo de la Condesa Sagasta. Arribas Zaragoza. De las inscripciones en la peana que sujeta a Guzmán, hablarem

Pero a finales del siglo XIX, no debía de haber muy buena relación entre las partes interesadas en “la cosa”, que llamaban al acto los compañeros de El Provincial, pues hubo problemas incluso para pagar la envoltura, que desde finales de 1899 cubría a Guzmán el Bueno. El Diputado, Sr. Morán, impugnó la sesión del 4 de mayo, para que no se pagasen las 22 pesetas y doce céntimos que había costado la tela. También se creó una pequeña discusión en torno a la verja y zócalo que pretendía rodear a la estatua, avisando el arquitecto municipal, Manuel del Busto Delgado, que de hacerlo, parecería que se estaba levantando un abrevadero, en lugar de un monumento.

Before After

Otra de las discusiones: ¿Hacia dónde mira Guzmán? Que condujo a varios quebraderos de cabeza a los de la citada Comisión que, supongo terminarían cansados de tantas discrepancias. El pleno de la Diputación Provincial solicitó la diligente opinión de la Real Academia de la Historia sobre el asunto, posicionándose esta hacia la postura que ahora impera en la estatua. El puñal del héroe miraría hacia el sur, hacia la ciudad de Tarifa, mientras que su frente lo haría hacia el lado contrario.

Before After

Hubo de haber tanto revuelo, por saber quién se llevaba el mérito de destapar a Guzmán, que tanto el Alcalde, como los miembros de la Comisión Provincial bien hubieran deseado que Genarín se hubiera atribuido el indecoroso acto en el que se vieron envueltos. Amaneció, el 16 de julio de 1900, la estatua descubierta, y los periódicos clamaban al cielo por una elegancia que se había perdido nada más empezar el nuevo siglo.

El Heraldo de Madrid, 15.07.1900. Jorge Díez
Guzmán el Bueno. El León Curioso

Observen La Condesa, ¡cómo se extiende hasta San Marcos sin árboles que nublen la vista! Guzmán el Bueno ha sido testigo del crecimiento de León, de sus cambios, de sus barbaridades urbanísticas y de sus creaciones más modernistas. Exploremos, a continuación, el análisis de la estatua de Guzmán, ampliando todos sus detalles para que conozcan, de primera mano, la historia de una estatua más longeva que cualquiera de los oriundos ciudadanos de León.

 Como siempre, les convido a aumentar su conocimiento sobre Guzmán el Bueno, de la mano de Wenceslao Segura, de Carmelo Lucas, o de leoneses atrevidos que han investigado la arquitectura de León.

Before After

El escultor

Aniceto Marinas es el escultor original de la estatua de Guzmán el Vueno en la ciudad de León. Su característico uso del bronce hace llamativo tanto a Guzmán, como a Velázquez, situado enfrente del Museo del Prado de Madrid. Nació en Segovia, en 1866, y estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de Roma. Recibió la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes en Madrid.  Murió en Madrid a la edad de 93 años.

Before After

Curiosidades de Guzmán el Bueno

Guzmán el Bueno fue amenazado por Juan el Malo, el infante don Juan, que sería Rey de León. Le enseñó a su hijo, preso por el enemigo, y le aseguró que si no cejaba en su empeño, lo matarían sin pudor. A lo que Guzmán respondió con el lanzamiento del puñal, que sirve para ilustrar la lealtad y el patriotismo del héroe.
El rostro de Guzmán el Bueno, en la estatua de Marinas, está vuelto hacia el lado contrario, despreciando la impía acción de su homólogo, don Juan, y eludiendo la mirada del asesinato que iba a tener lugar.

Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Alonso Pérez de Guzmán fue enterrado junto a sus armas. Su ajuar, su eterna compañera, su espada y su cota de malla. Sufrió, durante los años, muchos saqueos, que le privaron de sus tesoros. El más sonado, el de 1872, en el que perdió su cota de malla, su espada, su daga y un anillo.
Como todo acto público, existió un concurso en el que los escultores más laureados de España compitieron, presentando sus proyectos, para ver quién tendría el honor de ocupar el centro de la plaza dedicada al héroe de Tarifa. Esta escultura, obra de José Alcoverro Amorós, quedó finalista, junto a otra de Mateo Irrunia. Pero, finalmente, ganó el proyecto de Aniceto Marinas García, que ya había proyectado la de Velázquez frente al Museo del Prado.

Originariamente, la estatua debería haber sido realizada, fundiendo sus materiales y moldeándolos al gusto del artista, en las fundiciones de Sevilla. Pero por diferentes problemas, como la ausencia de suficientes técnicos para reproducirla al detalle, finalmente se llevó a cabo en la Fundición Artística e Industrial de Cataluña, Masriera y Campins, como se puede observar en la base de Guzmán el Bueno

La historia de este pedestal es más curiosa de lo que muchos creen. Está elaborado, en parte por Gabriel Abreu y en parte por Julio del Campo, que recibió mil pesetas por su trabajo. Pero lo interesante no es su construcción, sino las citas que están talladas en sus laterales y su corona de laurel.
En 1956, se celebra el VII centenario de la ciudad y se rinde homenaje a don Pedro de Guzmán, hijo de Guzmán el Bueno y que dio su vida por la plaza de Tarifa, siendo este sacrificio el más famoso entre los soldados, por la valía del caballero y por la sangre fría y el patriotismo del mismo.
Se reunieron los leoneses, en dicha fecha, alrededor de la figura de Guzmán, para colocar en su pedestal, una corona de laurel que ha de estar ya siempre con todos los oriundos y los visitantes de la ciudad.
En cuanto a las leyendas grabadas en sus laterales, resulta muy curiosa la historia de cada una de ellas. Parece ser que la Comisión de Monumentos de León, tomó la determinación de investigar el pasado del héroe para elegir tres frases que representasen su gesta:
Los buenos caballeros ni compran ni venden la victoria
Preciosa respuesta de Guzmán el Bueno ante las prerrogativas de don Juan. Pero resulta que esta frase, tan valerosa y atribuida a Guzmán el Bueno por la Comisión de Monumentos de León, fue obtenida, no de la Historia, sino de un libro que había escrito Manuel J. Quintana sobre la figura del Héroe de Tarifa. La segunda, que eligieron, fue:
No engendré yo hijo para que fuese contra mi tierra.
Estas fueron las palabras que Guzmán pareció citar cuando observó que don Juan tenía preso a su hijo y, a las puertas de la muralla, se lo enseñaba como gesto de buena fe, siendo esa la última vez que nuestro héroe lo viera con vida. Muchas otras frases citó el gran Quintana sobre la vida de Guzmán, y otras recogidas en el artículo de Blanco (1900), pero es Wenceslao Segura, el que con tanta emoción ha estudiado la figura de Guzmán el Bueno, y de cuyo trabajo bebe mucho este Cicerone entusiasmado, el que nos presenta la última de las frases y la resolución de la Academia de la Historia, que también tenía algo que decir:
“Ca, justo es que el que fue la bondad, tengo el nombre de Bueno”.
Sancho IV había condenado a Guzmán, por su condición de sabio y de bueno, a llevar por siempre dicho apelativo, que le acompañaría hasta nuestros días. Pero don Juan no pudo aprovecharse de su bondad, pues reusó el héroe de salvar al hijo entregando la plaza. Wenceslao nos cuenta, en su artículo, al que animo a todos a leer, “Las lápidas conmemorativas de Guzmán el Bueno”, que la Real Academia de la Historia, dilatándose en el tiempo, respondió a los miembros de la Comisión de Monumentos de León, aprobando los lemas pero haciendo modificaciones que acercasen la figura de Guzmán a su vocabulario medieval. Como observan, esas variaciones etimológicas son sutiles y muy superficiales. Pero pusieron como condición que se añadiese, a su cara delantera, la que mira hacia la estación, la siguiente leyenda, propuesta por Eduardo Saavedra y Fidel Fita:
A Guzmán el Bueno la provincia de León MDCCCXVI

¿Era de León Guzmán el Bueno?

Before After

La historia de Alonso Pérez de Guzmán, más conocido como Guzmán el Bueno, su vínculo con León, su sacrificio y muchas curiosidades.
Ya solo resta conocer el ambiente, el contexto, y el entorno que la rodea y que tanto ha cambiado durante estos años.
En efecto, no se ha vuelto olvidadizo este Cicerone, aunque habiendo recorrido ya tantas calles de León, su cabeza ya confunde hasta la plaza de Regla con la plaza de Regla. Recuperando el ímpetu, ya entrando casi en ese día regalado que acompaña a los años bisiestos, viajamos en el tiempo hasta el siglo XIII, donde visitaremos la historia, conociendo quién fue Guzmán el Bueno y por qué tiene una estatua en el centro de León.
Permítanme recordarles, amables lectores, algo que seguramente ya sepan. Toda esta información, que con tanta emoción yo les hago llegar, resulta fruto de la investigación de muchos otros autores, como Wenceslao Segura, don Benito Blanco y Fernández o es proveniente de los ilustres Archivos de Andalucía, de cuyo mérito yo nunca pretendo aprovecharme. Gracias a ellos, estas líneas se han confeccionado, y, con su permiso, seguimos explicando la historia de nuestro héroe español.

Infante Juan de Castilla. Rey de León.
Guzmán el Bueno por Martínez Sánchez Calderón. Wenceslao Segura.

Aunque muchos expertos no están seguros, las crónicas, sobre todo las de Ortiz de Zúñiga o las de Pedro Barrantes Maldonado, establecen el nacimiento de Guzmán el Bueno en el antiguo Palacio de los Cea, en el centro de León. Lo que hoy es la Audiencia Provincial de León, fue en su día la cuna de Guzmán el Bueno.. No nace ya con el heterónimo de Guzmán el Bueno, sino que sus padres lo bautizan como Alonso Pérez de Guzmán, siendo su familia una de las más nobles de León.
Su padre, Pedro de Guzmán, fue privado de Alfonso X el Sabio, y ayudó mucho a la consecución de una Castilla consolidada. Marchó a Marruecos, donde se hizo con un gran nombre y forjó una leyenda que ya le acompañaría para siempre. A su vuelta a la península, participó en la toma de Tarifa, siendo después nombrado alcaide de la misma, conduciéndole este hecho a la más gloriosa de las gestas, siendo acompañada esta por la más terribles de las pérdidas, que hubo de soportar como valeroso y leal soldado al Rey Sancho IV.
Recuerden a este personaje, el último y más enigmático Rey de León, el Infante Juan de Castilla, que aun compartiendo una amistad muy ceñida al campo de batalla, terminó enemistándose con Guzmán el Bueno, siendo una pieza más del engranaje que construiría la leyenda del orgulloso defensor de Tarifa. Para entender por qué el Infante Juan traicionó a Guzmán el Bueno, debemos conocer lo ocurrido durante la gesta de Tarifa.

Estatua de Guzmán el Bueno en Tarifa, de 1960.
Castillo de Guzmán el Bueno en Tarifa. Francisco Rodríguez

Dediquemos este apartado, el más importante históricamente, quizás, a ceñirnos a un devenir de los acontecimientos certero y sin ornamentaciones, en pos de ser lo más fieles al relato real.
Tarifa estaba, a finales del siglo XIII, en posesión de Marruecos, siendo conquistada más tarde por Sancho IV, nombrando, como ya saben, a Guzmán, como alcaide y defensor de la plaza. Pero Castilla, liderada por Sancho, había prometido a Granada Tarifa, y no contentos con el engaño, estos le declararon una guerra en la que intervinieron los reinos de Aragón, Castilla, Portugal, Granada y Marruecos.
Aparecieron muchos pretendientes para Tarifa, pues se suma la muerte del primogénito de Alfonso X por aquellas fechas, lo que conllevó a Alfonso de Cerda a buscar alianzas en varios de los reinos aledaños. Pero existían, por ejemplo en María de Molina, varios movimientos estratégicos que consolidaban su poder y pretendían evitar la guerra con Aragón.
Al fin y al cabo, una truculenta guerra de despachos medievales al más puro estilo de Juego de Tronos. Apareció también Enrique, otro infante que tuvo como defensor al hermano de Alfonso X el Sabio, que había estado preso en Italia durante veinte años, y cómo no, se querían aprovechar de la toma de Tarifa. Pero por mucho que las alianzas fueran el pan de cada día, era Guzmán el que poseía la última palabra y, como comprenderán, no iba a rendir la plaza de Tarifa, pues habían soportado casi una década de sitio.
En 1303, Guzmán participa en las negociaciones de Tarifa, y Granada finalmente firma el tratado de paz con Castilla, quedándose esta con Tarifa y saliendo Guzmán como el henchido vencedor de tal gesta, siendo dotado de varios terrenos, más de mil soldados y una riqueza inmensa. Pero Guzmán, aun habiendo ganado más de lo que hubiera podido imaginar, perdió algo que amaba más que a su propia vida y que bien han adivinado ustedes, hizo que su sacrificio fuera conocido en todo el mundo y su estatua fuera colocada seiscientos años después en el centro de León.

Cartel conmemorativo del VII centenario de Guzmán el Bueno en León. 1956. Wenceslao Segura
Tira cómica sobre Alonso Pérez de Guzmán. Wenceslao Segura

Muchos son los investigadores que han tratado este acontecimiento, ocurrido en 1294, pero vamos a tomar como referencia al gran don Benito Blanco que dedica su investigación sobre Guzmán el Bueno a Policarpo Mingote, más conocido como Policar, historiador granadino afincado en León que murió en 1919. Blanco hace alusión al episodio del sacrificio del hijo de Guzmán, que rescataremos de su libro: Reseña Histórica de la Defensa de Tarifa (1900)

“A principios de 1294 creyó a Ben Jacob que le prestaba la ocasión más propicia de recobrar a tarifa porque el infante don Juan expulsado de la Lusitania en virtud del requerimiento de Don Sancho al monarca portugués para que no contraviniese el pacto de no admitir en sus dominios al desterrado por las continuas correrías que esta hacía por tierras de León. Se le ofreció como vasallo prometiéndole recuperar tan anhelada plaza si gente y recursos le prestaba para ello. Pero el áspid del despecho había clavado su venenosa dentellada en el infame corazón de don Juan que en su impotencia para dominar a Tarifa maquinaba con instintos de hiena infinidades satánicas con los deseos de la venganza. Sintió correr por sus venas los escalofríos del más espantoso crimen, y en su cabeza sintió el martilleo de pensamientos siniestros que cruzaban por su mente con las fulguraciones del rayo. Entonces, sólo entonces, pudo apoderarse del primogénito de don Alonso (Guzmán) y prestándolo maniatado ante los muros de tarifa dijo:

-“Este es el niño que me diste para llevarle al rey de Portugal

A lo que exclamó don Alonso:

-”Conozco que es mi hijo mayor el más amado y querido. Pésame mucho verle en vuestro poder y no él en el de a quien yo lo enviaba.”

Entonces el niño empezó a llorar diciendo:

-“Padre méteme allá que me quieren matar estos moros

Y este respondió:

-“Hijo, holgara meterte en mis entrañas para que si te hicieran mal pasar a primero por mí”

Y vieronle las lágrimas a los ojos al ver la cosa que más amaba en poder de sus enemigos. Creyó entonces el inicuo don Juan llegado el momento de poner precio a la entrega de la plaza en la vida del inocente niño y así le dijo a don Alonso:

-“Que me entregues la villa hoy en todo el día y si no, os mataré vuestro hijo sin piedad alguna”.

Guzmán al oír esta proposición le responde:

-“La villa de tarifa yo nos la daré que es del rey don Sancho mi señor y le hizo homenaje por ella pero yo os daré por mi hijo lo que pesare de plata o las doblas que vosotros queréis.”

Más al replicarle de infante que no estaba bien aquel partido y que si no entregaba a la plaza, degollaría  a don Pedro Alonso delante de sus mismos muros. Guzmán, en el paroxismo del amor paternal arrasados de lágrimas los ojos y el corazón oprimido pero con el alma sublimada y la razón despierta al cumplimiento de un deber sagrado le dijo:

-“No engendré yo hijo a mi patria para que fuese con los enemigos de ella. Si don Juan le diese muerte a mí dará gloria, a mi hijo verdadera vida y a él eterna infamia en el mundo y condenación eterna después de muerto. Y porque no penséis que osé de entregar la villa por las amenazas de la muerte de mi hijo, ves ahí un cuchillo con el que degolles por si acaso os faltara arma para completar la atrocidad.”

Y echando mano al que llevaban el cinto lo arrojó a los enemigos diciendo:

-“Antes quiero que matéis ese hijo y otros cinco si los tuviere que dar la villa del rey mi señor de que le hice homenaje.”

Y dicho esto se retiró de las almenas y entró sin mostrar su ánimo alterado en el castillo donde estaba su mujer doña María ignorante de lo que había pasado.

Sudario original de Guzmán el Bueno. Archivo de Andalucía.
Sudario original de Guzmán el Bueno. Archivo de Andalucía.

Tras la toma de Algeciras y la de Gibraltar, al que fue acompañado Guzmán por el arzobispo de Sevilla, Juan Núñez de Lara, el héroe de Tarifa fue enviado, por Fernando IV, a las tierras aledañas para comprobar por qué las comunicaciones entre el ejército habían caído. Toman, de camino, el castillo de Gaucín, que ya había sido tomado por El Abbas y en una reyerta ocurrida en las inmediaciones del Castillo, encontró la muerte en 1309, don Alonso Pérez de Guzmán, informándonos Wenceslao Segura de su fallecimiento a través de la carta de Jaime II: “gentes del rey de Granada embaratáronse con ellos y mataron allí a don Alonso Pérez y a cuatro caballeros con él, y de la otra agente como iban en algara comenzaron a derramar a cada parte y mataron hasta treinta de caballo y mil hombres de a pie«.

Para cerrar ya el círculo de la vida de Guzmán el Bueno, es necesario hablar sobre su sepultura, en la Iglesia de Santiponce, que mandó construir él mismo en vida, para albergar los restos de su linaje, junto al yacimiento de Itálica, a las afueras de Sevilla. Guzmán el Bueno no fue trasladado allí, según el Archivo Provincial de Andalucía, hasta trescientos años más tarde, abriendo su tumba en 1570, alegando uno de los testigos que “estaba el cuerpo entero embalsamado y tenía una camisa de tafetán blanco y envuelto en un dosel de brocado verde labrado y una almohada en la cabeza, la misma tela y tenía sus cabellos y sus barbas”.

En 1872 la tumba de Guzmán el bueno sufre un robo, en el que se sustraen la cota de malla, la espada, la daga y el anillo. Aunque una curiosa historia aparece ahora en escena. Hallan, en la colección del fondo documental de Georges Bonsor, en el Archivo General de Andalucía, un pequeño papel plegado que contenía un tejido extraño acompañado de una nota.: “Fragmento del sudario de Guzmán el Bueno”. y una referencia bibliográfica que hace alusión a la obra de José Gestoso, historiador de Sevilla.

Como si se tratase del Código Da Vinci, en la nota aparecía una pista “Sevilla Monumental, T.III, p. 579”. Los archivistas acudieron al tomo citado, que era obra de Gestoso, y encontraron un pasaje dedicado a la apertura del sepulcro de Guzmán el Bueno, a la que él mismo había asistido durante la reforma de la Iglesia del Monasterio.

Llegaron a la conclusión, los investigadores, de que Gestoso, en un acto de rebeldía o de alevosía, pero con una intención, suponen, de insigne erudito, recogió parte del sudario y lo guardó, para compartirlo después con el arqueólogo Georges Bonsor, que lo habría recibido con tanta ilusión. Tenían, en su poder, parte de la historia, no de León, ni de Sevilla, ni de Tarifa, sino del mundo.

Se confirmó, por la acción del Carbono 14, que la tela pertenecía al mismo periodo en el que había habitado Guzmán el Bueno, y aseguran, por lo tanto, que pertenece al sepulcro del héroe. Ha sido intervenido y restaurado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico y han garantizado que se pueda conservar de cara al futuro.

Da el Cicerone, con esta historia tan especial, fin a la vida y a la muerte de Guzmán el Bueno, que ha esperado siete siglos a ser compartida con todos ustedes. Muchos, seguro, ya la conocían. Otros seguro que están familiarizados con la historia, que nos hace llegar muy diligentemente Wenceslao, o el Archivo General de Andalucía.

Nota Legal: El contenido presente en esta página web es de autoría de Daniel Casado Berrocal. Los artículos originales y algunas fotografías fueron inicialmente publicados en las plataformas Leonoticias.com y El Norte de Castilla. Las imágenes anteriores a 2023 pertenecen al archivo y página web leonantiguo.es, mientras que las imágenes posteriores son propiedad de Daniel Casado Berrocal y se utilizan en esta página sin ánimo de lucro, en cumplimiento con las normativas legales vigentes. Para cualquier inconveniente o reclamación, se ruega ponerse en contacto con nosotros a fin de resolver la situación de manera adecuada