ALMACENES PALLARÉS

Antigua Casa Pallarés

De nuevo nos encontramos, queridos lectores, al abrigo de uno de esos puntos neurálgicos de la ciudad de León. Siguiendo con esta prosa alentadora, característica del ya conocido Cicerone, que visita los ilustres edificios de León, vuelvo al inicio de todo, allí donde proliferase la historia de la Imprenta Moderna y los edificios aledaños, donde narrásemos la trayectoria del reloj de Santo Domingo, y donde se diesen a conocer los secretos de las casas más elegantes de la ciudad: la Casa Goyo y la Casa Calvo Quirós, o mejor conocida como Casa Ciriaco.

Nos separamos de Ordoño II, de San Marcelo o de la Calle Ancha, para pasear por la vereda del Casino, o el Banco BBVA, o el Banco Bilbao, que ya exploraremos en otro momento, para acercarnos a la peculiar historia del Edificio Pallarés, hoy sede del Museo de León. Amplia es su historia. Nos sumergiremos en ella, con ritmo andante, para explorar sus orígenes, su construcción, la peculiar escultura predestinada a ennoblecer la belleza del edificio, para llegar a su presente más artístico, sin dejar de pasar por ese episodio de la historia tan repleto de misterio, cuando se hallaron, bajo sus cimientos, restos de la antigua ciudad de León.

Situémonos, querido amigo lector, en el León de principios del siglo XX. Como ya hemos observado en otros artículos, la Casa Goyo no existía por aquel entonces, y era El Pico, un mesón de mala muerte, el que hacía el agosto cada vez que la Plaza de la Libertad, hoy Santo Domingo, se llenaba de reses, debido a las grandes ferias de ganado que en las inmediaciones se celebraban.

Con motivo del ensanche, poco antes de empezar el siglo XX, se derribaron varios edificios, en la zona extramuros, que les fueron vendidos a diferentes particulares. De esos solares, surgieron magníficos edificios como El Instituto General y Técnico, la Casa Goyo, el Casino de León o la Casa Roldán.

Hay un punto de inflexión durante esta época. Sí, sin duda, el ensanche precisaría de un artículo, o casi un libro aparte. Les recomiendo las investigaciones de Ponga, o de Algorri, que muy duchos en el tema, han conseguido rescatar la particular arquitectura de la época. Pero, como ya saben, para mí hay un punto de no retorno, que simboliza el comienzo de una nueva arquitectura en León: El derribo del Hospital de San Antonio Abad. Desde su desaparición, en 1922, la fisonomía de la plaza de Santo Domingo cambió por completo, permitiendo que el León que conocieron nuestros antepasados, que tenía por centro a la Pulchra Leonina, se extendiese hacia el río Bernesga, siendo esta plaza el centro predilecto para todos los viandantes.

Before After

En 1922, época de bonanza en León, debido a que la Gran Guerra no había sacudido a la provincia y los grandes empresarios habían sabido muy bien invertir su capital, encarga la familia Pallarés, a Manuel de Cárdenas Pastor, un edificio icónico que sirviese como lugar de congregación para los clientes de León. Es decir, unos grandes almacenes.

Pero llama la atención, por aquel entonces, que un edificio de tales características, tan novedoso por sus facciones arquitectónicas llamativas y por su clara vanguardia en cuanto a sus materiales, se dedicase, por exclusiva, a la venta de todo tipo de artículos. Esto favoreció, sin lugar a dudas, y como argumenta Algorri, que el ciudadano de León perdiera el miedo al edificio clásico, no siendo su megalómana estructura óbice para internarse en uno de los edificios de León.

Before After

Pero, como verán, hay un elemento, en los planos, que llama la atención por su clara alusión al arte clásico: La Victoria de Samotracia.

Por si no han tenido la suerte de visitar el Museo del Louvre, o quizás no conozcan esta maravillosa pieza de casi tres metros de altura, les aliento a investigar su origen, su curiosa historia y la gran fama que ha obtenido con el paso de los años. Se encuentra en un pedestal, gracias al que se yergue sobre todos los visitantes, y cuya estampa pueden contemplar al final de la gran escalinata que separa el pabellón clásico y el renacentista del citado museo.

Un símil de esta figura alada era colocada en la quilla de los barcos para acompañar su travesía hacia la victoria. Debido a su simbología, representa a Nike, la diosa de la victoria, y fue esculpida entre el siglo III y II antes de Cristo.

¿Por qué querrían los Almacenes Pallarés colocar una bella escultura en su frontal?

Before After

Creemos, ya que hasta la fecha no soy consciente de que nadie sepa la respuesta, que la semiótica victoriosa del símbolo empujaría al comercio de la familia a salir adelante. Otra teoría ronda mi romántica mente. A modo de elucubración premonitoria, quizás Pallarés, como buen conocedor del panorama cultural de León y de los intereses de sus clientes, supiera que el Edificio que un día levantaría, fuera a dedicarse, cien años después, a la proliferación artística en la provincia de León. Puede que la Victoria de Samotracia, o al menos la idea de su colocación, supusiesen la semilla que germinó en la conversión del espacio en una de las sedes del Museo de León, en 2007.

Planos de Pallarés con la Victoria de Samotracia. Archivo Municipal. Daniel Casado 2024.
Casa Pallarés e Instituto General y Técnico. Antes de 1967. León Antiguo

Dejando ya la figura de la Victoria de Samotracia, desaparecida una vez el edificio terminó su construcción, llama la atención, este sencillo pero llamativo edificio por la incorporación de materiales como los bloques de cemento o el hormigón armado, que sería vanguardista durante la década de 1925 y que se comenzaría a implantar en León en muchos otros ejemplos.

Planos de Pallarés con la Victoria de Samotracia. Archivo Municipal. Daniel Casado 2024.

Un detalle más, es su fachada delantera, que podría asomarse a la plaza de Santo Domingo con una rectitud digna del Oliden, del Casino o de la Casa Goyo, pero que sorprende con su chaflán circular, y que resulta indispensable para comprender la arquitectura de mediados de siglo, cuando Torbado y Cañas del Río construyeran la Casa Arriola. Qué ilusos entonces los que se sorprendieron al ver la fachada de la Arriola circular, pues ya se había hecho con excelsa perfección, en el seno de la plaza de Santo Domingo, casi veinte años atrás.

Interior del Almacén Pallarés. Aida Nicolás. LeónAntiguo
Interior del Almacén Pallarés. LeónAntiguo

INFORME ARQUEOLÓGICO Y RESTOS ENCONTRADOS BAJO PALLARÉS

Ya es conocida la historia del edificio, de su construcción y de la curiosa presencia de La Victoria de Samotracia en los planos originales y su ausencia en el edificio real. Durante este artículo, desgranaremos lo acontecido durante las últimas décadas de funcionamiento de Pallarés, para centrarnos en la compra del establecimiento por la diputación, no sin antes dar a conocer la memoria presentada sobre las excavaciones que tuvieron lugar en 1990, descubriendo, gracias a la ayuda de la prospección arqueológica, los restos romanos de la antigua ciudad de León.

Pero antes. ¿Qué había antes de Pallarés?

Acogió la ferretería, o grandes almacenes Pallarés, desde 1922 hasta 1986, con casi sesenta y cinco años de historia. Pero el solar vacío, obtenido debido al derrumbe de varios edificios con arreglo al ensanche, estuvo ocupado en su día por el Pósito municipal desde mediados del Siglo XVIII.

Sus muros de mampostería, planta rectangular, remarcados con sillería y cubierta a dos aguas se extendían desde la calle Ruiz de Salazar hasta la Plaza de la Libertad. Pero es bajo él donde hallaron restos de antiguas edificaciones, como las Paneras municipales. Según el estudio de Fernando Miguel Hernández: dos muros de 1,10 metros de ancho, dispuestos en ángulo recto que construirían su sector nororiental. Eran construidos por cantos rodados de mediano y gran tamaño con argamasa de cal, con granos gruesos por su mala cocción.

Gracias a esta memoria, podemos observar el testimonio de la época, que se nos presenta a través de una carta manuscrita por el Marqués del Campo de Villar, secretario del estado y del Despacho universal de Gracia y Justicia y Superintendente General de todos los pósitos de León, fechada el 17 de marzo de 1753:

“Adbertidose a las primeras líneas de abrir las zanjas para los cimientos que quedaba estrecha, y corta, que se ensanche en 17 pies y 50 de largo sobre lo que insinuaba la planta. Sin embargo de haber profundado los cimientos 9 pies y medio (pues tienen 4,5) fue forzoso hazer planta artificial para fijarles de madera de negrillo muy cara en este país en donde por lo general es chopo”

Pero sin intención de adelantar acontecimientos, debemos navegar cronológicamente por los hechos. Los propietarios de los grandes almacenes vendieron el edificio, en 1986, a la Diputación Provincial de León, que hacinados en sus oficinas, precisaban de un lugar para derivar a los profesionales que ya no cabían en el cercano Palacio de los Guzmanes. ¿El Precio? 410 millones de pesetas.

Durante varios años, el espacio estuvo vacío, y en él se promovieron cientos de actividades culturales, siento este un contenedor para el arte, tal y como lo había pensado en su día el promotor de edificio, queriendo coronar la construcción de la Casa con la mismísima victoria de Samotracia.

En 1987, se utilizó el vacío edificio de Pallarés, para promover una exposición artística. El éxito fue de tal calibre, que se alteran los planes de la diputación. En esto hace especial hincapié Algorri, y razón no le falta. Cuando la sociedad, la cultura, el pueblo, precisa de un espacio en el que dar rienda suelta a sus necesidades artísticas, no hay estamento que lo frene. Y Pallarés no estaba destinado a ser la sede de ninguna diputación.

¿La clave de esta aceptación por parte de los ciudadanos? El claro miedo que habían perdido los oriundos a la presente galería de arte. Durante décadas, los leoneses habían entrado en Pallarés para comprar cualquier tipo de herramienta, familiarizándose con su grandeza y con su entorno. Ello hizo que la aceptación fuera mayúscula, pues habían perdido el pánico a la institucionalización de un espacio que ya les pertenecía.

Pero no solo les pertenecía a los leoneses contemporáneos, sino a los originarios fundadores de la ciudad, Legio VII. En 1990, con arreglo a las obras de remodelación del edificio, que no hubo de terminarse, debido a trabas políticas, hasta 2004, se realizó una prospección arqueológica en la que se hallaron los secretos ocultos, bajo el limo de dos mil años, y que interesan a todo oriundo de la ciudad de León.

A continuación, y desgranando el informe que se presentó  al comienzo de la década de 1990, cuando se llevaron a cabo las obras de remodelación y de reacondicionamiento del edificio Pallarés, aportaremos al artículo cierta luz sobre los restos romanos hallados en la parcela de Pallarés. Da comienzo así la instancia:

“Entre los años 1970 y 1972, se llevaron a cabo, sin inspección arqueológica, las obras de construcción del Aparcamiento Subterráneo de San Marcelo. En las proximidades del Edificio Pallarés. Como resultado de las mismas, se extrajo un gran volumen de tierras que se depositaron en la escombrera municipal situada en las afueras de la ciudad, en el término de Villaobispo de la Regueras. Durante una serie de años, la prospección sistemática de este vertedero permitió recuperar numerosos materiales arqueológicos representativos de la secuencia histórica de la ciudad. Asegurando que esta zona había servido, por aquel entonces, como asentamiento romano”. (p.3)

El área de intervención es el patio emplazado en este Edificio Pallarés. Se realizaron los sondeos mecánicos en los extremos norte y sur, con la finalidad de conocer la estratigrafía existente. Descubrieron, así como restos del Pósito Municipal del Siglo XVIII, otros restos romanos que permitieron la diferenciación en dos zonas. Permiten, las condiciones, del terreno, a pesar de la difícil coexistencia diaria con el agua, y la continua evacuación, la conservación de inusuales estructuras de madera de época moderna y romana. Los trabajos de excavación se llevaron a cabo entre el 5 de enero y el 5 de junio de 1990. Destacan, en esta operación, Fernando Miguel Hernández, como arqueólogo, Andrés Álvarez Santos como documentador gráfico y Victorino García Marcos al cargo de la clasificación y el análisis de la cerámica encontrada.

Como ya vimos anteriormente, la estratigrafía muestra indicios de la presencia de edificaciones desde hace siglos. Y Fernando Miguel comienza a desgranar los hallazgos en orden de aparición.

“Aparte de materiales cerámicos, policromados y con simbología animalística, destacan los hallazgos de varias monedas, maravedíes en su mayoría, correspondientes a las emisiones de Felipe II, con leyenda en castellano. De Felipe III y de Felipe IV, siempre recortadas y reselladas las legibles en los años 1641 y 1656. También un Maravedí de Carlos II en 1696.”

Dan con el hallazgo de varios materiales pertenecientes al siglo XVI, siendo el material cerámico el predominante. Llegan los expertos al área que debe estar completamente ocupada por el agua del superficial manto freático. Allí se localizan restos romanos y óseos, predominantemente cornamentas. Todo ello en un espesor máximo de sesenta centímetros.

También encuentran materiales como los siguientes:

“Vajilla polícroma decorada con verde-manganeso azul, reflejo dorado. Motivos clásicos valencianos, como un ala de plato ornada con un elemento triangular en verde enmarcando trazos ondulantes en marro. Y un cuenco con finos trazos morados en disposición radial.”

Por último, existen tres piezas con un alto interés cronológico. Dos azules esponjadas y una tricolor talaverana, halladas en una de las capas, que dataría del último tercio del siglo XVI.

“Debió, esta zona, ser el vertedero de la ciudad de León, por su condición profunda extramuros, y ya se han documentado las construcciones de los Pósitos y las Paneras, pero su historia principia de muchos siglos atrás”.

En el siglo XI, está documentada la construcción del Palatium, de Fernando I, próximo a la iglesia de San Isidoro, ocupando un espacio que a priori coincide con el área intervenida. Esta parte se denomina, desde finales del siglo XIII como Huerta del Rey.”

Esta disposición de un León desconocido, lo pueden encontrar ustedes entre los pasajes de La Pícara Justina, novela de López de Úbeda (aunque puede que fuese otro el escritor), en la que la Justina visita León a comienzos del siglo XVII y da a conocer una perspectiva para todos nosotros muy lejana.

Yo, como oy decir huerta del rey, pensé que era algún Aranjuez ricamente adinerado, con mucha murba, jazmín, arrayan, alelis, mosqueta y clauelinas; en fin, cuernos del Rastro, otra mosqueta ni mosquete, otros claueles, ni clauelinas yo no vi, pues ¿el olor?, de pecinas, sangre, lodos, charcos, lechones, era todo tan lindo que hazía olvidar la fragancia de los mil Aranjueces; eran tantos y tan innumerables los cuernos que cubrían el suelo y aún mi corazón de tristeza; esto llaman los leoneses huerta del Rey, que si ay heregías contra la Majestad Real, esta es una. (De la Memoria de la prospección arqueológica en Pallarés)”

Época Romana:

Aparecen, muros de 62 centímetros de ancho, con una profundidad de 0,40 metros. Entre los materiales hallados de esta excavación resaltan varios fragmentos de Terra Sigillata Hispánica. Cabe destacar la aparición de cerámica, como ánforas, morteros, ollas tapaderas, jarras, platos, y un ejemplar que ofrecía la particularidad de mostrar un engobe con reflejo metálico en ambas caras. Y un fragmento de copa con borde engrosado y decorado al interior con una franja de ocre.

“A partir de los 3 metros de profundidad, fueron encontrados varios ejemplares de Terra Sigillata, pertenecientes al siglo I después de Cristo. De las luceras, de volutas, sobresale un ejemplar casi completo con el discus decorado con una verena producida posiblemente en el Aldar de Andújar, su cronología es fundamentalmente juli-claudiana”.

“Para concluir, se halló también el arco de una fíbula del tipo Aucissa, modelo datado en la Corona de Quintanilla entre 15-20 y 60-70 después de cristo junto a un dardo de hierro , de vástago de sección circular y punta piramidal”.

“Se supone la anegación de esta zona durante las periódicas crecidas del río Bernesga”.

Esta, querido lector, ha sido una aproximación al trabajo de Fernando Miguel Hernández, y de su equipo de arqueólogos, quienes catalogaron todas las piezas obtenidas en la prospección y que hoy pueden contemplarse en el Museo de León.

Su trabajo nos ha llegado gracias a la gran labor de documentación y análisis de los expertos. Hoy en día, el paseante solitario, puede dudar del origen del Edificio Pallarés, pero su grandeza nos trasmite su portentoso pasado; desde el siglo I antes de cristo, hasta nuestros días, la zona del Pósito, o la Pallarés, han sido zonas eminentemente golpeadas por el olvido, por las crecidas del río y por el abandono, al estar ubicada extramuros.

Hoy goza de ese glorioso presente, al ser el centro neurálgico de nuestra ciudad. Pero estén pendientes, amigos curiosos, pues resta la parte fundamental de nuestra investigación; el presente más inmediato. Desde la venta de Pallarés, por parte de la familia a la Diputación, hasta la reconversión al Museo de León, muchos acontecimientos ocurrieron que es necesario desgranar.

Si lo desean, consulten el archivo completo de la excavación arqueológica, de Fernando Miguel Hernández, pues contiene más de cincuenta páginas que, como comprenderán, no me es posible transcribir en este espacio. Pero su calidad, sus conclusiones y sus descubrimientos, sorprenderán a todo leonés que se precie, amante de su pasado romano.

El Actual Museo de León

Before After

Debido a las cuestiones tan importantes que nos atañían en el anterior artículo, era preciso focalizar nuestra atención en el gran estudio y prospección arqueológica que llevaron a cabo los expertos en 1990, rescatando grandes piezas de un pasado de León, al que bien podrían haber pertenecido muchos de nuestros antepasados.

Por ello, y obcecados en sacar a relucir la historia del Edificio Pallarés, me gustaría volver sobre mis pasos para hacer hincapié en aquella exposición artística a la que acudieron miles de visitantes. Aseguran, los que estaban allí, que nunca se había visto, ni se ha vuelto a ver, una aceptación tal hacia un espacio común en el que se vierten, sin parangón, cantidades inasibles de arte y sensibilidad. Otros afirman que el actual Museo de León, uno de los más visitados a nivel europeo, cuenta con miles de fieles adeptos y ocasionales visitantes que colman sus estancias con vítores.

Exposición en el Museo de León. Cedida por Javier Garnica
Exterior del Museo de León. Antes de la Reforma. Archivo Municipal de León. Daniel Casado. 2024.

Lo cierto y comprobado, gracias a estas fotografías, que cede al público Javier Garnica, es que por aquella época, Pallarés gozaba de una predisposición a convertirse en un lugar de reunión cultural.

Este lapso, entre 1986 y 1990, permitió a los políticos de la época hacerse una idea del verdadero fin al que estaba sujeto el edificio Pallarés. Por ello, la Diputación cedió el edificio para ser este utilizado para diversos fines culturales.

A modo de curiosidad, no crean que el edificio se reduce a lo visiblemente tangible, pues, si se dan cuenta, asomándose a Ruiz de Salazar, encontrarán un llamativo cubículo, que hace las veces de ascensor, que comunica la vía pública con un brazo subterráneo que surge de Pallarés hasta ese punto concreto, estirándose el edificio hasta límites insospechados.

En la década de 1990 comenzaron las obras para dotar al edificio de una nueva perspectiva arquitectónica. Se le dio, en palabras llanas y superficiales, un enfoque más actual, modernizando las instalaciones y ampliando diversos espacios, como el gran mirador que pueden contemplar todos ustedes en la última planta del edificio.

Interior del Museo de León. Antes de la Reforma. Archivo Municipal de León. Daniel Casado. 2024.
Interior del Museo de León. Antes de la Reforma. Archivo Municipal de León. Daniel Casado. 2024.

El encargado de esta reinterpretación del trabajo de Cárdenas fue Andrés Lozano Ferreras, autor de un proyecto a la altura de León y de sus edificios famosos, por su elegancia y por su cuidado y respeto al patrimonio. Observamos, en esta acción, la ya famosa paradoja del Barco de Teseo. Para todo aquel alejado de la mitología griega, el barco de Teseo hace referencia a la nave del héroe que, años después de su muerte, era custodiada por la civilización que lo veneraba, siendo sus pútridas maderas sustituidas por unas nuevas, permitiendo que tras el paso de los siglos el barco siguiera manteniendo su límpida fisonomía. Este hecho provocó la reflexión. ¿Seguía siendo este el barco de Teseo o era ya otro barco diferente, nuevo a resultas del cambio y la actualización de sus tablas podridas?

De igual manera, en la casa Pallarés se sustituyeron muchos elementos originales, modernizando su esqueleto, pero aportando esa bella percepción de la arquitectura de finales del siglo XX. El trabajo de Lorenzo fue espectacular, y aunque estuvo entorpecido por el cambio de gobierno y ralentizado por diversas trabas burocráticas, que impedían a los dueños decidir a qué usos públicos se dedicaba el compendio, el arquitecto berciano contribuyó a la historia de León y a la preservación de una de las Casas importantes de León, siendo esta una última alusión al Barco de Teseo, pues quizás el Edificio ya no deba llamarse el de Pallarés, o el de Cárdenas, sino el de Andrés Lozano Ferreras.

Recordará el interesado lector que, en los planos oficiales del Edificio Pallarés, se pretendió colocar una réplica simiente de la Victoria alada de Samotracia. De igual manera, y bajo el mismo misterio, en los planos de Lozano, de 1993, se encuentra esta curiosa escultura ecuestre, que representa a un emperador romano, persiguiendo también la victoria. Este bien podría ser Julio César, o Galba o Trajano, a los que se les atribuye el mérito de la fundación de León. O también, según otros expertos, podría representar la figura de Alejandro Magno. La posición del caballo, según la semiótica popular, pretende indicar que el héroe murió con honores pero con motivo de las heridas producidas en la batalla.

Planos de la remodelación de Pallarés. Archivo Municipal. Daniel Casado. 2024.
Escultura provisional del Caballo sobre Pallarés. Archivo Municipal de León. Daniel Casado, 2024

Bajo esta premisa, ni el primero ni el último podrían ser los representados aquí, pues la traición y la enfermedad fueron los causantes de su muerte. De los dos restantes tampoco se puede confirmar su muerte tras la batalla, con lo que nos queda el misterio, con el que convivir. Si usted, querido lector, sabe ayudarnos a resolverlo, se lo agradeceríamos encarecidamente, pues leo, con respeto y admiración sus comentarios en la columna dedicada a ellos.

El director del Museo de León, cuyo contenido estaba repartido precariamente entre Navatejera y el espacio conventual de San Marcos, solicitó la creación de una de las sedes en el vacío espacio de la nueva y flamante edificación del centro de León. Debido a esta insostenible situación, y a la deriva que habían tomado las actividades culturales tras el cambio de gobierno y el fin de las obras, se aceptó, tras mucho batallar, la propuesta del director del Museo de León. Tal y como bien argumenta en una entrevista de Hoy por hoy, “el Edificio Pallarés era un contenedor sin contenido y el Museo de León poseía contenido pero no disponía de un contenedor”.

Exterior del Museo de León. Antes de la Reforma. Archivo Municipal de León. Daniel Casado. 2024.
Museo de León. Nestor Santos

Uno de los actos sin terminar, que resalta Lozano, con el que le hubiera gustado poner la puntilla, se trata de la museografía del edificio, que salió luego a concurso y fue elaborada por una persona diferente. Esta organización interior, aprovechando los espacios, la luz y las estancias, está claramente enfocada a poner en valor las obras que en su interior se exponen, y que les encomiendo visitar.

Pero antes de conocerlas, me gustaría que conocieran, en la página web de Eloy Algorri, la profunda investigación sobre este edificio, que ha servido en muchos momentos de apoyo a este Cicerone que pasea por las calles de León. En varias de sus entrevistas, donde colaboraba activamente con la Cadena Ser, en Hoy por hoy, pueden ser oyentes predilectos y disfrutar de los testimonios, en primera persona, de los implicados en muchos de los episodios aquí narrados. En segundo término, les aconsejo visitar con frecuencia el Archivo Municipal de León, para toparse, como se ha topado el escritor de estas líneas, con los secretos ocultos bajo toneladas de lodo, que muchos otros expertos han desenterrado para contar la historia de León.

Disponen, en el Museo de León, de piezas especialmente admirables y curiosas, haciendo un recorrido por la historia de nuestros ancestros; desde el Paleolítico o el Neolítico, hasta la etapa de romanización de estas tierras, en las que se convertiría León. Hallarán, con el atractivo histórico que se merecen, innumerables colecciones sobre la Edad Media y la Modernización de nuestra ciudad, haciendo especial hincapié en los objetos encontrados bajo el suelo sobre el que tanto este Cicerone, como los paseantes solitarios de esta bella urbe, caminamos día tras día.

Vista desde el Museo de León. Daniel Casado. 2024.

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