LA CASA ROLDÁN

La historia completa de la Casa Roldán
Mis pasos, cada vez más alterados por el rumbo de mis descubrimientos, desean visitar otra parte de la ciudad, pues ya he abandonado la historia que me reunió con el pasado del Hospital de San Antonio Abad y la Imprenta Moderna.
Ya pueden ustedes conocer todos los entresijos de su pasado en los artículos anteriores de esta sección. Pero aunque ese afán de movilización me gobierne, es este Cicerone ilusionado el que posa su vista sobre los cimientos de otro de los grandes titanes arquitectónicos de la ciudad de León: la casa Roldán. Ya hemos observado cómo lucía la planta del Hospital, sito en ese mismo emplazamiento y cómo la familia González Roldán dividió las parcelas para que estas luego fueran vendidas a los interesados, pero antes de pasar a otros quehaceres y que el Edificio Valentín, objeto de mis pensamientos durante los venideros artículos, nublen mi juicio, debo recalcar la importancia de estos edificios: la casa Roldán, la Imprenta Moderna, la Iglesia de San Marcelo, el edificio que hace esquina entre Legión VII e Independencia…
Todos ellos tienen algo en común, algo que descubriremos en sucesivos artículos y que dejarán ensimismado a más de uno. Acompáñenme, por partes, a conocer primero la historia del Edificio Roldán, su remodelación, su hermanamiento con otras edificaciones y su perenne competición arquitectónica con la Iglesia de San Marcelo.
El origen de la Casa Roldán Como todos los comienzos, la dificultad del proyecto se caracterizaba por las trabas burocráticas que desde hacía años arrastraban las hermanas González Roldán para la construcción de un edificio de dimensiones colosales que presidiera la plaza de Santo Domingo.
La familia Roldán adquiere el terreno en 1919, en la subasta en la que sale a la venta el complejo del Hospital de San Antonio Abad y, tras su derrumbe, se divide el terreno en contiguas parcelas. Muchas de ellas son vendidas a particulares, como la de la Imprenta Moderna, que es vendida a Joaquín Chamorro, en la que ejerce su oficio hasta 2005.


Otras, como la colindante con Independencia y plaza de Santo Domingo, es utilizada para edificar un gigantesco rascacielos (para la época, claro está) que utilizará su planta baja como almacenes. En este documento, fechado en 1923, la familia (en concreto las hermanas Dionisia y Teresa) González Roldán, comunican al ayuntamiento que la construcción del Edificio será encargada al arquitecto Federico de Ugalde Echevarría y que, con presteza, comenzarán las obras para dotar a la plaza de Santo Domingo de un eterno bastión que será su representativo símbolo durante cien años.
Una vez dadas a conocer las intenciones de la familia Roldán, y habiéndose aprobado el proyecto por el ayuntamiento, comienza la preparación del lugar para su aprovechamiento arquitectónico. Antes de eso, la plaza había quedado huérfana de Hospital, pues apenas dos años antes, el Hospital de San Antonio Abad había desaparecido de su superficie, y el espacio que ahora era dedicado a la plaza era mucho mayor.


Pero debido al derrumbe, toneladas de escombros ocuparon la visión de los leoneses en aquella época. Si el curioso lector desea conocer cómo se transportaron todos los cascotes fuera del centro urbano y qué hicieron con ellos, le invito a conocer su historia en el IV de los artículos de la serie ya publicada semanas atrás, donde encontrará la curiosa historia a la que ha hecho referencia este humilde narrador. Pero es tiempo de llamar la atención del lector con imágenes extraordinarias del proyecto arquitectónico de la Casa Roldán, creada por Federico de Ugalde Echevarría. Años de máximo apogeo y propuesta de remodelación En cuestión de tres años, en 1926, se dio por terminada la construcción de la Casa Roldán. Consiguieron, en pocos meses, levantar una maravillosa obra arquitectónica que representa la ambición de todos los leoneses.
El Edificio, que fue el sueño de la familia Roldán, actuó durante muchos años de almacenes, teniendo entre sus arrendados a Benéitez, Farmacia y Perfumería Salgado, Confitería Polo, Almacenes Simeón, o hasta el Banco Central, pero durante los últimos años ha sido el hogar de emblemáticos comercios como El Valenciano o la conocida tienda Tiger.


La Casa Roldán, que fue una auténtica novedad en la ciudad de León, tuvo su momento de auge durante las décadas de mitad de siglo, donde el plantel arquitectónico que presentaban los encargados del ensanche trajo consigo muchas alteraciones para el núcleo central de la provincia. Durante los años, el edificio sirvió como residencia y vivienda para cientos de familias, y prueba de ello son los miles de recibos y facturas que se han encontrado en el Archivo Provincial de León con la firma, antes vigorosa y enérgica de Dionisia González Roldán, y después temblorosa y errática.
Después del fallecimiento de Dionisia, la dueña del edificio, sus hijos toman el mando del control del mismo, aprobando también cientos de reformas que se llevan a cabo a lo largo de su existencia. Su disposición, bebiendo de los edificios londinenses y aportando llamativos ventanales con apertura vertical, siempre hacia el cielo, y claraboyas decorativas que permiten el paso de la luz del sol para iluminar sus rellanos, son distintivos fundamentales de su estructura.


Los balcones superiores, con barandillas de hierro forjado, pueden ser las primeras representaciones de este material en un edificio de viviendas de la capital, pues aunque Ugalde era un meritorio defensor y experto de esta técnica, muchos otros de sus compañeros arquitectos despreciaban hasta entonces dicha forma de proyectar una idea hacia el exterior.


En su interior, dos grandes edificios idénticos y simétricos conforman la Casa Roldán, como se puede observar en los planos superiores, dando vida a los portales 4 y 6 de la calle Legión VII. Y, por fin, llega este Cicerone al final de la historia pasada del Edificio Roldán. Pero, ¿y ese secreto que prometí a los lectores del periódico?
Aquí disponen de él, pues en la fotografía superior pueden observar la ambición de los leoneses y su afán por superarse cada día más. La Iglesia de San Marcelo, que descansa a la izquierda del plano, observa cómo a su vera crece un León que es invencible y eterno, quedándose atrás en el desarrollo urbanístico.

El Edificio Roldán, que contaba con siete alturas y un desván, terminó su construcción en 1926, habiendo comenzado con esta en 1923 y cumpliéndose un siglo de ese eterno momento que nos aportó uno de los edificios más famosos de León.
El paso del tiempo alrededor de la Casa Roldán Será en otro artículo de esta misma serie donde abordaremos la carrera que llevó a los edificios de León a competir por alcanzar la fama arquitectónica, pero daremos un pequeño adelanto al lector, pues en los siguientes recursos encontrarán desaparecidos varios de los edificios que rodean al Roldán, y que serán la envidia de este cuando el tiempo siga su curso erosivo.


Este plano, a vista de pájaro de la ciudad de León, nos transporta a 1931, cuando el Edificio Roldán apenas contaba con cinco años y la Iglesia de San Marcelo observaba, con sus dos alturas, cómo a su alrededor la ciudad no paraba de crecer. Tal es el detalle de esta fotografía, que el lector avispado puede darse cuenta de que la casa de la Imprenta Moderna ni siquiera existía aún, aunque Joaquín Chamorro ya había adquirido el terreno y se disponía a levantar su maravillosa edificación de dos plantas.
Para 1944, la casa de la Imprenta Moderna ya estaba edificada y alrededor del Roldán se erguía una plaza nueva de Santo Domingo con edificios escandalosamente llamativos. Pero si dan fe de lo que les contaré a continuación, querrán seguir leyendo las historias de los siguientes artículos, pues en la parte derecha de la imagen, el complejo que hace esquina entre las calles Legión VII e Independencia, apenas poseía una planta de altura, y era ocupado por un negocio de venta al público.


Más adelante, abordaremos la jugosa historia de ese edificio y su incorporación a la carrera arquitectónica a la que ya hemos hecho referencia en otras ocasiones. El deterioro de la Casa Roldán Al ser ley de vida, y no estar el hormigón ni el forjado sujeto a otra ley de la naturaleza que no sea la que comparte con los seres humanos, el paso del tiempo afectó de igual manera al Edificio Roldán, que, aunque en sus inicios lucía como un orgulloso baluarte de la arquitectura de vanguardia en León, luego pasó a ser un atávico vestigio del caduco pasado de la ciudad.
La pintura verde del edificio se fue convirtiendo en un pantanoso recuerdo de un tiempo mejor, y las manchas que afloraban en su fachada inauguraron una época de decadencia que transformó al Roldán en una pesada carga para la vitalidad de la que una vez había hecho gala León. Nos despedimos de las fotografías en blanco y negro, al menos en este artículo, observando cómo era, a finales de la década de 1970, la casa Roldán y, si se fijan, a su izquierda, podrán contemplar cómo, el campanario de la Iglesia de San Marcelo, luce ya sus cuatro alturas actuales, aunque eso resulta menester de otro de nuestros posteriores artículos.


Como ven, el avejentado aspecto del Edificio Roldán provocaba una desagradable sensación a los habitantes de León, que habían vivido su glorioso pasado y ahora tenían que convivir con la inmutable y corrosiva herrumbre. En la fotografía superior el estado del edificio era mejorable y de esa percepción, se desprende la necesidad de realizar, en 2010, una pronta remodelación para darle un aspecto nuevo y representativo de la ciudad de León. El proyecto de restauración de la Casa Roldán.


Este proyecto de restauración, que dio comienzo en 2010, necesitó de una inversión de casi 400.000 euros, de los cuales, casi 300.000 fueron financiados por el ILRUV (Instituto Leonés de Renovación Urbana y Vivienda), lo que supuso una derrama para los vecinos de más de 100.000 euros. Los planos, que la empresa de León confeccionó para la restauración del edificio son una copia exacta de los originales que se le han presentado al lector en anteriores artículos.
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