LA CASA CIRIACO

La Historia completa de la Casa Ciriaco.
La Casa Ciriaco es una de las construcciones más emblemáticas de la ciudad de León. Pero, ¿sabías que en sus inicios llevaba otro nombre y que no fue hasta la década de 1920 cuando comenzó a conocerse por la denominación que hoy perdura?
El Cicerone de León, fascinado por la estética de la Casa Goyo, promovida en 1920, se encuentra en la plaza de Santo Domingo rastreando sus predecesoras: majestuosos edificios que marcaron el inicio del ensanche y la proliferación de esas fachadas recargadas de influencias francesas. Observa la Casa Roldán, lo que antaño fue el Oliden, la Casa Goyo y el imponente Complejo Santo Domingo, diseñado en 1968. Cada uno, con su relevancia en la trama histórica y arquitectónica de la urbe, configura un paisaje de memorias urbanas. No obstante, ninguno alcanza el simbolismo que encarna la Casa Ciriaco, protagonista de este relato.
Conociendo que muchas edificaciones toman su nombre del promotor que las impulsó, como en el caso de Gregorio y la Casa Goyo, podría pensarse que tras la Casa Ciriaco se esconde la figura de un tal Ciriaco. Pero, amable lector, permíteme revelarte que mi pesquisa inicial estaba equivocada.
Antes de desentrañar este enigma, regresemos en el tiempo, a cuando la actual plaza de Santo Domingo era conocida como Plaza de la Libertad.


Para comprender cabalmente la importancia de la Casa Ciriaco, es necesario acudir a los archivos municipales, guardianes de la memoria urbana. Aquellos documentos revelan que donde hoy se alza el inmueble, antaño hubo un solar.
Las Agustinas Recoletas, tras verse forzadas a abandonar su convento en la actual calle del Cid, ocuparon en 1884 un privilegiado emplazamiento junto al espacio donde posteriormente surgiría la Casa Ciriaco. Durante décadas, aquel convento dominó la fisonomía de la plaza. No obstante, en los años veinte, en una época en la que la conciencia patrimonial era más débil que la de nuestros días, el edificio fue expropiado y las monjas debieron buscar nuevo refugio. Para entonces, la Casa Ciriaco ya ocupaba su lugar en la trama urbana, y en 1968 fue testigo del derribo del convento y de la erigión del mastodóntico Complejo Santo Domingo, que abarca hoy una extensa manzana en el corazón de la ciudad.


Si retrocedemos a 1913, encontramos que la Casa Ciriaco no llevaba tal nombre. En aquel año, el propietario del solar donde antaño se erigía el Monasterio de Santo Domingo, espacio que la leyenda dice que albergó y perdió en un incendio una pintura original de El Greco, encargó a Manuel de Cárdenas el diseño de un colosal edificio.
El promotor de esta obra no fue otro que Manuel Calvo Quirós, cuyo nombre ostentó el edificio desde su construcción. En octubre de 1913, el arquitecto presentó el proyecto, que dio lugar a un elegante edificio clasicista con ornamentación minuciosa y una disposición que recuerda a la arquitectura parisina tras la intervención del barón Haussmann en la capital francesa.
Prueba de su autenticidad, el edificio conserva aún en sus balcones las iniciales «M» y «Q», de Manuel Quirós. Entonces, ¿cómo es que con el tiempo pasó a conocerse como Casa Ciriaco?


En 1922, una sastrería llamada Casa Ciriaco estableció su negocio en los bajos del edificio. Su origen se remontaba a 1908 en la calle Cervantes, pero su relocalización en la Casa Calvo Quirós le otorgó una notoriedad tal que, con el paso del tiempo, el nombre de la tienda eclipsó al de la construcción original. Para los leoneses, el lugar ya no era la Casa de Manuel Calvo Quirós, sino la Casa Ciriaco.
El arquitecto Manuel de Cárdenas, figura recurrente en la configuración urbana de la ciudad, también estuvo detrás del derribo de Puerta Obispo, la construcción de la Casa Goyo, la Casa Lubén, el Chalet de Padre Isla y la Casa Lorenzana, situada junto a la Casa Calvo Quirós. A penas catorce meses después de finalizar la Casa Lorenzana, logró llevar a cabo esta imponente obra, contrapunto arquitectónico en la misma manzana.


El crecimiento de León a partir de la segunda década del siglo XX transformó radicalmente el perfil de la Plaza de Santo Domingo. El Hospital de San Antonio Abad cedió su espacio a nuevas edificaciones, entre ellas la Casa Roldán, la Imprenta Moderna, la Casa Goyo y el Oliden. Este auge urbanístico marcó una nueva etapa en la historia leonesa.
En el transcurso de los años, la Casa de Calvo Quirós ha albergado bancos, comercios textiles y diversos establecimientos. Su porte majestuoso sigue recordando a los leoneses la grandeza de una ciudad en constante transformación.
Sin la labor de Manuel de Cárdenas, sin la inversión de Calvo Quirós y sin la persistencia de comerciantes como Ciriaco, León no podría ostentar la riqueza patrimonial de la que hoy goza. En cada rincón de la urbe resuenan los ecos de aquellos que, con su visión y empeño, forjaron su paisaje arquitectónico


En el transcurso de los años, la Casa de Calvo Quirós ha albergado bancos, comercios textiles y diversos establecimientos. Su porte majestuoso sigue recordando a los leoneses la grandeza de una ciudad en constante transformación.
Sin la labor de Manuel de Cárdenas, sin la inversión de Calvo Quirós y sin la persistencia de comerciantes como Ciriaco, León no podría ostentar la riqueza patrimonial de la que hoy goza. En cada rincón de la urbe resuenan los ecos de aquellos que, con su visión y empeño, forjaron su paisaje arquitectónico


El Cicerone de León, caminando entre estas calles, alza la vista para admirar la herencia de un pasado vibrante. Y mientras divaga por la ciudad, se detiene a contemplar la Casa Ciriaco, testimonio de una historia que, aún hoy, sigue latiendo en las piedras de sus fachadas.
Pero, ¿quién era la familia de Ciriaco? ¿Cómo se transformó aquella sastrería en un emblema de la ciudad? La historia no termina aquí. En el próximo relato, Nacho «Ciriaco», nieto del fundador, nos abrirá las puertas de su memoria para desvelarnos los entresijos de una saga familiar que se entrelaza con la historia viva de León.


Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.


ORIGEN E HISTORIA DE LA CASA CIRIACO
Ciriaco Fernández nació un 24 de enero de 1872 en León. Curiosamente, su partida de nacimiento y bautismo no incluyen el nombre de Ciriaco, pues sus padres le inscribieron como Pablo Raimundo. Nacho Ciriaco, su nieto, ignora cuándo y por qué su abuelo adoptó el nombre con el que sería conocido. Resulta llamativo, además, que la Casa Ciriaco no recibiera originalmente ese nombre, ya que su promotor fue Calvo Quirós, lo que habría justificado que la denominación del edificio se inclinara hacia él. Paradójicamente, Ciriaco no era ni el nombre del edificio ni el del protagonista de nuestra historia en su origen.


Algunos lectores se preguntarán por qué una referencia a la Casa Goyo, si ya ha sido objeto de atención en un artículo previo. La respuesta es sencilla y esclarecedora: no solo comparten ambas edificaciones el mismo arquitecto, Manuel de Cárdenas, sino un vínculo aún más sorprendente. Ciriaco Fernández era uno de los cinco hijos de una familia acomodada que trató de destacar en el panorama textil en la segunda mitad del siglo XIX. Entre sus hermanos, encontramos a Leandro, que emigró a Argentina; a Gabriel, nacido en 1874 y del que se pierde la pista; a Hermógenes, de 1885, de quien hablaremos más adelante; y a un tal Gregorio Fernández… ¿Les suena el nombre? En efecto, Gregorio, conocido como Goyo, fue el promotor de la casa que lleva su nombre, casi al mismo tiempo que su hermano Ciriaco se hacía con el local inferior de la Casa Calvo Quirós. ¡Menuda coincidencia! Una relación que nunca habría advertido de no ser por la intervención de Nacho Ciriaco.
Mientras Goyo se marchaba con Leandro a Argentina, Hermógenes y Ciriaco fundaban la distinguida sastrería «El Modelo Parisiene», con el subtítulo «Fashionable Tailors», proclamándose los sastres más cosmopolitas de la ciudad. Sin embargo, por razones personales, la asociación se disolvió a finales de la segunda década del siglo XX. Hermógenes continuó en solitario en un local cercano, mientras que Ciriaco adquirió el bajo de la Casa Calvo Quirós, dando inicio a la historia de una de las tiendas más célebres de León: la Casa Ciriaco.


Imaginen por un momento la ciudad en los albores del siglo XX. Un León en blanco y negro, donde dos jóvenes visionarios, Ciriaco y Hermógenes, buscan trasladar la moda parisina a nuestra tierra. Cierren los ojos y piensen en aquel mostrador de la tienda donde atendían a sus clientes con el esmero de los artesanos. La nostalgia de ese tiempo perdido me invade al rememorar su historia, deleitándome en la huella imborrable que dejaron aquellos pioneros en el tapiz de nuestra ciudad.
Este plano, que durante tanto tiempo busqué en el Archivo Municipal sin éxito, me fue facilitado por Nacho Ciriaco. Aún desconocemos su autor, por lo que, si alguien versado en historia, moda o arquitectura pudiera arrojar luz sobre este misterio, estaría encantado de leer sus comentarios.
Siguiendo con la historia, Ciriaco inició su andadura en 1922 en la Casa Calvo Quirós, donde antes había estado el Banco Mercantil. Contrajo matrimonio y tuvo tres hijos, entre ellos Ángel Fernández Villaverde, quien tomaría el relevo en el negocio familiar. Su padre, previsor, lo envió a Londres para perfeccionar sus técnicas de sastrería, consolidando su formación en una de las capitales mundiales de la moda.


El esfuerzo de Ángel no pasó desapercibido. En 1968, fue condecorado con la medalla de plata al Mérito en el Trabajo, en un acto solemne celebrado en San Marcelo. León, afirmó el gobernador civil, no solo debía valorarse por su patrimonio monumental, sino por las personas que la convertían en una ciudad industriosa y emprendedora. Y no podría estar más de acuerdo con sus palabras.


Después de la sastrería, la Casa Ciriaco se reinventó como salón de tejidos y tienda de confección bajo la dirección de la madre de Nacho. Más tarde, este tomó las riendas del negocio, expandiéndolo con nuevos establecimientos dedicados a la venta de muebles. Finalmente, en 2007, la Casa Ciriaco cerró sus puertas, dejando su espacio a una perfumería.
Hoy, solo queda la memoria de aquel ilustre comercio. Las antiguas fotografías y las historias compartidas nos permiten recorrer, una vez más, sus pasillos y evocarlo con admiración.


Después de la sastrería, la Casa Ciriaco se reinventó como salón de tejidos y tienda de confección bajo la dirección de la madre de Nacho. Más tarde, este tomó las riendas del negocio, expandiéndolo con nuevos establecimientos dedicados a la venta de muebles. Finalmente, en 2007, la Casa Ciriaco cerró sus puertas, dejando su espacio a una perfumería.
Hoy, solo queda la memoria de aquel ilustre comercio. Las antiguas fotografías y las historias compartidas nos permiten recorrer, una vez más, sus pasillos y evocarlo con admiración.
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